El 16 de junio de 1955, integrantes de las fuerzas armadas, en complicidad con sectores políticos, empresarios y eclesiásticos, perpetraron un conjunto de atentados contra el Gobierno Constitucional y contra la población civil, en un intento de golpe de estado que culminaría con éxito en septiembre de ese mismo año con el derrocamiento del presidente Juan Domingo Perón y la proscripción y persecución al peronismo.
Los bombardeos y ataques armados se cobraron la vida de más de 300 personas y dejaron cientxs de heridxs. El odio antipopular desatado durante esta trágica jornada se materializó en actos terroristas y genocidas que tomaron por objetivo a la población civil desarmada (incluidxs funcionarixs políticxs).
Hoy, 70 años después, el mismo odio y la intolerancia de las élites locales sigue amenazando la vida democrática de nuestro país. La persecución y proscripción a Cristina Fernández de Kirchner es la acción más reciente de una serie de ataques que vulneran las garantías constitucionales: la represión sistemática a la protesta social, la promoción de la violencia hacia distintos colectivos y comunidades, la agresión, discriminación y amenaza ante los menores cuestionamientos a las políticas oficiales, no son hechos aislados sino parte del rumbo que toman el Gobierno Nacional sectores del poder económico, mediático y judicial.
La memoria es un arma contra el manto de silencio y olvido que quienes se sienten vencedores pretenden imponer sobre los asesinatos de junio del 1955. La persistencia del odio antipopular y sus implicancias contra la vida democrática toma nuevas formas a lo largo de nuestra historia. Hoy como ayer, la organización popular y la memoria colectiva son nuestras herramientas para construir una Argentina plural, inclusiva y con derechos para todxs.
70 años después de estos atentados, no olvidamos ni perdonamos
a los verdugos ni asesinos del pueblo.